Un restaurante que debe cuidar su negocio

Todos sabemos que los restaurantes en estos tiempos hacen el agosto sobre todo cuando hablamos de los que se encuentran en la costa que reciben cientos de personas a diario. El buen tiempo hace que la gente tenga más ganas de salir, el hecho de no tener que ataviarse demasiado incita a tener muchas más ganas. Cuando hace frío parece que la pereza nos invade y hace que tengamos muchas más ganas de estar en casita, ahora con un vestido fresquito y una barra de labios bonita hace que nuestro moreno no necesite de maquillajes ni de peinados que hagan que parezcamos mayores. Es verdad que en verano nos vemos más guapas, y nos vemos con más ganas de todo en general y el visitar restaurantes bonitos y con buena comida es sin duda una de las tareas que no queremos dejar pasar. Por eso hay quienes sigue unos itinerarios de manera que en el sitio en el que está no se le escape ninguno, los amantes de la buena comida saben que sería imperdonable no pasar por un restaurante emblemático de esa ciudad que seguro consta de estrella Michelin y todo.

En el otro sentido tenemos a los restaurantes saben de sobra el gran trabajo que se les avecina mucho más del habitual, aunque es verdad que restaurantes de esos en los que hay que hacer incluso cola están a rebosar cualquier día del año sin importar eso de las altas o las bajas temporadas. Es por eso que se lo tienen que currar mucho más no solo en lo referente a la comida, sino también en el tema de la decoración, saben que no deben aburrir que deben estar en constante superación, ya no solo me refiero a cambiar las cortinas de vez en cuando o a las colchas para hosteleria sino que se vuelve interesante eso de cambiar la ropa de trabajo, la cubertería o incluso la cristalería. Ese tipo de cosas es lo que gusta a la clientela un lugar en plena renovación que le gusta estar siempre a la última. Es normal que sitios como estos se encuentren entre los mejores restaurantes de España o incluso de Europa, sitios en los que se come como en casa y nunca da pereza ir ni siquiera en una noche oscura de tormenta y en la que ni por asomo cesa la lluvia.